New York Times, por Henry Alford, 28 de noviembre de 2010.
Los siguientes testimonios de experiencias son extractos de un artículo publicado en el periódico New York Times el pasado 28 de noviembre de 2010.
Si a ti te sucede como a mí, que no tienes el hábito de compartir las cosas que consideras muy personales de tu vida con 148 personas totalmente desconocidas durante 13 horas al día, durante tres días seguidos, entonces permíteme compartirte cómo se siente esa experiencia. . . .
Wesley Bedrosian
A pesar de que Landmark es visto por algunas personas como una incubadora de autómatas exageradamente asertivos o bendecidos que tienen una extraña preferencia por la frase «got it» (“lo capté”), quiero contarte que personas como el ocho veces ganador del Oscar Alan Menken, el conductor de la Filarmónica de Boston Benjamin Zander y Paul Fireman, el ex presidente ejecutivo de Reebok, son todos graduados de Landmark, al igual que los empleados de Exxon Mobil, JPMorgan Chase, la NASA y el Pentágono, quienes han sido entrenados por la empresa de consultoría de la compañía, es decir, el Grupo Vanto.
Justo en ese momento todos estábamos compartiendo la tarea de la noche anterior, con la persona que estaba sentada junto a nosotros: la tarea consistía en escribir una carta a una persona con quien estuviéramos siendo «inauténticos», contarle a esa persona sobre «la posibilidad que habíamos inventado para nosotros mismos» y luego «extenderle una invitación». En mi caso yo estaba compartiendo con Loretta, una ex comediante independiente de 40 y tantos años que pensó que posiblemente tendría que terminar su relación de 13 años con el padre de sus dos hijos porque él tuvo una aventura amorosa con un chico de 19 años. Traga saliva…
Yo también había escrito mi carta a todas las personas de mi vida con las que yo había dejado de relacionarme y lo hice sin emitir primero un elogio para ellas, entonces leí «La posibilidad que he creado para mi vida es que las opiniones de los demás no son todo. E invité a estas personas a cerrar su “grandísima boca””.
Roger, nuestro líder del Foro, continuó hablando apasionadamente y eligió ese momento para reiterar que nuestro trabajo era decirle a nuestro compañero de al lado cuán «generoso» o «mezquino» había sido en la redacción de su carta. Cuando Loretta miró mi carta, ella simplemente ladeó la cabeza, en ese preciso instante me di cuenta de que yo había logrado mi primer avance en la actividad de ese fin de semana: la “Vieja Yo” podría haber sido levemente ofendida, pero la “Nueva Yo” redirigió el malestar imaginando a miembros del Pentágono haciendo este ejercicio. La “Nueva Yo” se pregunta, ¿Robert Gates «habrá extendido una invitación» a Osama?
La jerga es vigorizante. «A veces pienso, ‘Eso es basura'», dijo Natalie Cook, la jugadora de voleibol de playa australiana que asistió al Foro en el año 2007 y que está programada para ir a su quinto juego olímpico en el año 2012 en Londres. De hecho, es difícil no sonreír ante una filosofía con una de sus declaraciones principales («Tu puedes obtener cualquier resultado para ti o para tu vida que inventes como una posibilidad y enroles a otros en haberla obtenido») que ya es una pesadilla para una editora. Pero Cook le dio crédito a Landmark pues afirma que la ayudó a: «completar relaciones que yo había ignorado o dejado. Una fue con mi entrenador de voleibol que luego me llevó a dos medallas olímpicas «. El actor y cantante Anthony Rapp («Rent») agregó en una entrevista que Landmark puede ser «explosivamente poderoso para reconciliar a las familias».
. . . .
Roger está en una plataforma y habla durante una hora más o menos. La esencia es que los humanos tienden a colapsar lo que sucedió en el pasado con la historia que cuentan sobre lo que sucedió en el pasado. Perdona y olvida; si te aferras a tu «historia» de que tu padre era un borracho malo que te golpeó, quedarás atrapado en esa “imagen de palabra y nunca abrirás ninguna posibilidad en tu vida.
. . . .
Aunque en mi solicitud había escrito que mi malestar actual más relevante era un agotamiento social en su mayoría auto-impuesto (cité la frase de Sartre «El infierno es la otra gente»), mis horas de clase en este Foro me desahogaron de la ansiedad que tenía por haber abandonado a mi madre de 82 años en una casa de retiro a la que ella había ingresado en Carolina del Norte desde hacía tres años. . . .
. . . .
En mi Foro, los miembros de la clase se involucraron en más conversaciones cuando Roger introdujo un concepto encantador, aunque superficial, llamado “puntos fuertes”. Nos pidió que volviéramos a nuestra primera infancia, a cualquier incidente vívido que nos hubiera hecho pensar: «Yo estoy por mi cuenta”, «No pertenezco» o «Algo anda mal aquí». La forma en que lidiamos con estos incidentes es un mecanismo de defensa, o técnica de resolución de problemas, que usamos a lo largo de nuestras vidas, pero que realmente no traerá felicidad. Desde entonces le he presentado dos veces, a amigos en reuniones, el concepto de puntos fuertes; es un vehículo limitado para el psicoanálisis, pero es un juego fabuloso.
. . . .
Para el final del fin de semana muchos de nosotros parecíamos haber alcanzado una paz incómoda con nuestros conflictos individuales. Loretta había acudido al micrófono para recrearnos su conversación de corazón a corazón con el padre de sus hijos, a quien prometió fidelidad; el alto y comandante Rob -Dennis Haysbert con traje de la Armada- había programado una cena con sus hijas, mantuvo una larga conversación con su jefe sobre la administración del tiempo y aumentó su participación en Easter Seals. Yo le había dicho a mi novio Greg, por quinta vez en siete años, que lo amo, y le había dicho «Te admiro enormemente» a un amigo poeta acosado por su oscuridad.
Pero no había llamado a mi madre. Me molestaba la presión que Roger había creado en torno a este suceso. Y parte de ello era incómodo: si mi madre me preguntaba de dónde estaba llamando, no quería que ella sintiera que estaba «trabajando» en nuestra relación.
. . . .
Yo tomé la iniciativa. Antes de nuestra graduación de los martes, le envié a mi madre un correo electrónico, nuestra forma de comunicación mutuamente preferida, y la invité a un viaje a Charleston en octubre. Ella estaba encantada. Cuando dos personas en la sesión del martes, a la que llevé a Greg, me preguntaron si había llamado a mi madre, les contesté emocionado a los dos: «¡La llevaré a Charleston!», “sin confrontaciones”.
Tres días después del Foro finalmente llamé a mi madre por teléfono. Le dije tartamudeando que la amaba (era la segunda vez que le decía esto a ella siendo adulta). Esto la emocionó. Le conté sobre el Foro. Cuando se enteró de que habíamos pasado mucho tiempo preguntándonos unos a otros «¿Qué es posible ahora?», entusiasmada me dijo que iba a comenzar a preguntar esto en la mesa de su casa de retiro. Me abstuve de señalar que preguntarle a los ancianos «¿Qué es posible ahora?» podría arrojar una discusión franca sobre habilidades motrices.
Dos meses después del Foro calificaría mi éxito en un 84 por ciento. Soy mas propensa a decirles a mis seres queridos y colegas, en persona y sin delicadeza, que los amo o los admiro. Pero todavía actúo desde una posición básica que las personas son para mí un gran esfuerzo. Sé en mi corazón que el infierno son otras personas. Pero ahora estoy abierta a la posibilidad de que el paraíso también lo sea.